domingo, 14 de junio de 2009



Me dejaste. Y mi mundo se quebró a la mitad.



viernes, 5 de junio de 2009

Basta. Basta. En serio. Tengo que dejar de pensar en vos. Tengo que dejar de imaginarme un futuro a tu lado. Tengo que concentrar mis fuerzas y mis energías en Manuel. Tengo que poner mi cabeza, cambiar el rumbo de mi corazón y llevarlo hasta donde Manuel se encuentre. Porque me ofrece mucho más que vos. Si, a vos te hablo. A vos que nunca me vas a elegir a mí.
Manuel está dispuesto a darme un futuro. Un proyecto. No tiene miedo de enamorarse de mí. Quiere hacerme feliz... ¿sabés lo importante que es para mí eso? ¿sabés todo lo que yo lo necesito?
Tengo que entender que lo que nos une es sexo, pasión, piel. Me lo tengo que creer. Lo tengo que asumir (aunque cuando te miro a los ojos sé que no es así).
No tengo que permitir que tu mirada me ilumine el día. No tengo que dejar que me lata el corazón de la forma en la que hace cada vez que te veo.
No es justo, ¿sabés? No es justo quererte y no tenerte, darte y recibir migajas de tu tiempo, esperar una llamada que no va a llegar, un mensaje que no va a hacer vibrar el teléfono. No doy más.
Manuel... Manuel... Ahí tengo que ir. Tengo que hacerlo. Tengo que dejar de pensarte todo el tiempo. Tengo que dejar de imaginarme un futuro a tu lado, porque no va a llegar nunca.


miércoles, 3 de junio de 2009

Quisiera poder explicarte, pero por sobre todas las cosas explicarme, que me está pasando. Seguir hablando (con tu versión ausente) de nosotros me va a confundir más de lo que ya estoy, pero necesito entender.

El problema acá es que si lo ves fríamente, no hay nada que entender. Soy tu amante, la actriz de reparto, tu segundo plano, tu plan B. Estás casado, y fuiste claro, por más confundido que estés no tenés intenciones de dejar a tu esposa por mí. Y sé que tampoco lo puedo pretender, ya sé. Llegué tarde a tu vida. Tan claro como esto, y a la vez nada tiene sentido.

Mi cabeza, mi cuerpo y hasta me animaría a decir que mi corazón también, está con vos. Y con vos me siento tan mujer. Tu mujer. Es tan difícil sacarme tu olor. Y paso el día entero buscando la magia que siento cada vez que te miro. Cada vez que me cruzo con vos en un pasillo empiezan esas mariposas en el estómago, esas que siempre dije que no existían. Y te comería a besos cada vez que te veo. Y me despierto con tu mensaje y me alegra el día. No sé como explicarte.

Tengo tantos silencios adentro. Tengo tantos sueños que te esperan. Tengo tanto para darte, tantos mimos, tantos besos. Sé que puedo alegrarte la existencia, esa que te pesa tanto ahora. Soy capaz de hacerte sentir lo que siempre quisiste sentir. Puedo ser tu amiga, tu mujer, tu compañera, tu amante, tu caramelo.

Pero saber que no puedo confesar cuánto te extraño me mata. No poder decirte lo que provocás en mí me mata. Sentirte lejos cuando te he sentido tan cerca… Soy un poco de momentos juntos. Nada más. Y toda la alegría que me das cada vez que me mirás, que me ves, que me demostrás que pensás en mí queda reducida a nada, a algunos ratos. Y no sabés como me duele, acá adentro, profundo y fuerte.

Soy conciente de tu situación. En serio. Y no es que te quiera pedir nada, pero cada día me resulta más complicado aceptarla. Porque me encantaría gritar al mundo que yo soy tuya, y que vos sos mío y de nadie más, me encantaría despertarme y que sea tu carita lo primero que veo, y lo último que veo antes de dormir cada noche con vos, esperarte con la merienda y cocinarte rico. Tan simple como eso, tan importante como eso. Estoy en el punto ese en que no me puedo imaginar la vida sin vos, aunque sea de esta forma de mierda en que te tengo ahora, ese punto en el que pensarme sin vos me provoca una angustia terrible. Y ahí me doy cuenta de que prefiero tenerte así a no tenerte. Y me odio por eso. Porque no me lo merezco, te merezco completo, y todo para mí. Sí, a vos, a nadie más.

Sos responsable de hacerme sentir todo esto. Y también sos el responsable de que en este momento, justo ahora, mi pensamiento no tenga paz.