jueves, 14 de mayo de 2009

Y está él. También está él.
Casado. Una hija. Compañeros de trabajo. Más cosas en contra imposible.
Pero me gusta lo prohibido, me divierte. Cuestión de autoestima o no, no sé, pero me gusta.
Estoy jugando con fuego. Lo sé. Me voy a terminar quemando y no quiero ser más piromaníaca. Me he quemado mucho ya, y hay zonas de mi alma en donde todavía no ha terminado de cicatrizar. Y aún así, lo hago.

Y él. El porteño. El que me derrite todos los días, haciéndome sentir linda, especial, única... El que va a gastar una fortuna en pasajes de avión para venir a verme por un fin de semana. El que me ofrece, a pesar de lo loco de la historia, un poco de "seguridad".

Y en esa dicotomía ando. Sabiendo para que lado encarar, pero sabiendo también, que en cuanto se me presente la oportunidad, voy a la probar el lado B. Seguramente.

1 Comment:

Soledad said...

Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros.
Somos la consecuencia de las desiciones que tomamos.
Hay un punto en el que los culpables de lo que somos ya no están afuera.
Entenderlo es el primer paso.